La humildad, gran virtud

Francisco de Quevedo, escritor español, decía: “Apocarse es virtud, poder y humildad; dejarse apocar es vileza y delito”.

A veces confundimos a las personas humildes con aquellas que no tienen cosas materiales, y no es así. La humildad no está peleada con la riqueza, el lujo, el poder o el éxito, siempre y cuando se tenga presente la generosidad, sencillez y agradecimiento hacia la vida, el trabajo y el esfuerzo de quienes contribuyeron para obtener esos beneficios.

Ser humilde tampoco quiere decir que no podemos expresar desacuerdos, ya que exponer nuestros puntos de vista es muy válido. Saber escuchar y comunicar nuestro sentir es correcto, y el reconocer que nos equivocamos nos hace ser personas humildes, porque esta cualidad va muy ligada con la comprensión y la empatía. El que podamos tener tolerancia y paciencia para entender la posición de otra persona, aunque no estemos de acuerdo cuando manifiesta sus emociones, es sinónimo de respeto para quienes tienen formas de pensar distintas a las nuestras.

Asimismo, la soberbia, la mentira, la agresión y la vanidad anulan cualquier sentimiento de humildad, por lo que es recomendable trabajar en el desarrollo y fortalecimiento de esta virtud, pues es la manera más sencilla para que aprendamos a aceptarnos como somos y de valorar la condición emocional, económica y social en que vivimos. Es una posición que nos coloca frente a nuestros padres, hijos, amigos, empleados y entorno como seres únicos, íntegros y sinceros.

El humilde acepta sus limitantes, ya que esto le permite transformar sus errores en oportunidades para crecer. Es capaz de pedir ayuda porque cree en algo superior: Dios, familia, naturaleza, entorno o en quien lo fortalezca espiritualmente y que le ayude a reconocer que nadie es perfecto, por eso mismo todos podemos mejorar y aprender de quienes nos rodean. La humildad es una virtud indispensable para que mejoremos como personas y para lograr positivamente un verdadero cambio interno.

“… Humildad es recordar que en el prójimo hay un ser humano igual a nosotros, que merece dignidad y respeto, que tiene derecho a ser escuchado y comprendido”.

Iosef Bilton

 

TOMO No. 93
2 de Febrero de 2009
Portada: Danna García
Entrevista: No Hubo
Carta Editorial: La Humildad, gran virtud