La diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma (tercera parte)

Con este texto cerramos el ciclo de tres partes que no sólo nos han hecho reflexionar sobre cómo ser humildes, sino todos los aprendizajes que trae consigo la madurez.

“Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones”.

“Te darás cuenta de que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si lo creyese, porque le estarás quitando la esperanza”.

“Sabrás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te obliga a ser cruel”.

“Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo… Y aunque siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo”.

“Comprenderás que con la misma severidad con que juzgas, también serás juzgado, y en algún momento, condenado”.

“Entenderás que no importa en cuántos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles”.

“El tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto, deberás cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores”.

“Entonces, y sólo entonces, sabrás realmente lo que puedes soportar; que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando creías que no se podía más”.

“¡Es que realmente la vida vale cuando tienes el valor de enfrentarla!”

 

TOMO No. 145
29 Enero de 2010
Portada: Sebastián Zurita
Entrevista: No Hubo
Editorial: La Diferencia Entre Dar La Mano Y Socorrer A Un Alma (Parte 3 de 3)