La belleza de la sencillez

A veces buscamos la belleza en lugares demasiado complicados, sin darnos cuenta de que ésta puede encontrarse en las cosas más cotidianas de la vida. Lo que pasa es que ya nos acostumbramos al maravilloso mundo en el que vivimos, entonces no vemos que actividades tan mundanas como limpiar la casa, preparar una comida o arreglar el jardín, pueden convertirse en algo súper especial si nos involucramos al cien y si dejamos de esperar una recompensa o algún tipo de reconocimiento por realizarlas.

Es una cuestión de lógica: la gente que no ha perdido la inocencia, que se regocija con el sabor de una mandarina fresca o una sopita de fideo, que se alegra con escuchar la voz de alguien querido, que sabe reír a carcajadas junto a sus amigos, es mucho más feliz que alguien tan sofisticado que necesita la combinación de 10 mil factores para dibujar apenas una media sonrisa.

Por eso hay que tomarnos la vida con más calma e inspirarnos con la sencillez de las personas del campo, por ejemplo, que viven su presente con tal intensidad que aún son capaces de percibir las señales de la naturaleza, como cuando con el puro olor del viento saben si lloverá pronto.

Cuando tenemos prisa nos ausentamos de nuestro propio presente, en cambio, si vamos un paso a la vez podremos apreciar todas las bellezas que se encuentran en las cosas más sencillas de nuestra rutina. Y cuando comencemos a detectarlas y valorarlas, entonces sí que nuestra vida se volverá una experiencia mágica, desde el amanecer hasta el anochecer.

 

TOMO No. 100
23 de Marzo de 2009
Portada: Enrique Iglesias
Entrevista: Charytin Goyco
Carta Editorial: La Belleza de la Sencillez