Inteligencia emocional

Termina un caluroso y agotador día en Disney; un autobús cargado de pequeños con sus papás inicia su trayecto de regreso al hotel. Los niños están cansados y brincotean berrinchudos. Todo indica que será un viaje infernal. De pronto, entre los gritos ensordecedores se alza un canto armónico y persistente: el conductor del autobús ha comenzado a cantar Bajo el mar, de la película La Sirenita.

Todo el mundo comienza a guardar silencio y se sienta a escuchar. Repentinamente una pequeña se une al canto, después, varios niños más… Cuando llegan a su destino, todo el camión está cantando y el camino se ha convertido en la culminación placentera y musical de un día pleno. El conductor del autobús supo como actuar. Aplicó su inteligencia emocional y utilizó una hábil estrategia para contagiar su buen humor.

Este suceso verídico, que pareciera un cuento, es narrado por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman en su libro Inteligencia emocional (1995), con el que adquirió fama mundial y el cual nos hace ver que cada uno somos parte del equipo emocional de los otros, para bien o para mal, y que constantemente activamos distintos estados emocionales de quienes nos rodean. El doctor Goleman comenta:

Las consecuencias para un grupo en el que ‘el líder’ no tiene la menor sensibilidad con respecto a lo que siente la gente que le rodea pueden ser contraproducentes. Cuando las personas están emocionalmente perturbadas, no pueden recordar, atender, aprender, ni tomar decisiones con claridad.

“Por otro lado, son enormes los beneficios que tiene en nuestras vidas –con la familia, amigos y en el trabajo- el manejar hábilmente las competencias emocionales básicas, es decir, estar en sintonía con los sentimientos de aquellas personas con quienes tratamos, ser capaces de resolver desacuerdos para que no se agudicen y tener la habilidad de solucionar los estados de tensión”.

Entre los resultados de aquellos que practican la inteligencia emocional, destaca el lograr la capacidad de ventilar las quejas como críticas útiles, crear una atmósfera donde la diversidad resulta valiosa en lugar de ser motivo de fricción y trabajar eficazmente en equipo.

Es por esto que debemos ser honestos en nuestro entorno y comprometernos a manifestar directa y claramente lo que pensamos, hacemos y a quién debemos expresarlo. Esto es a lo que Goleman denomina la “Inteligencia emocional”, o sea, el manejo inteligente de las emociones, vigilar la adecuada manifestación de sentimientos, que son herramientas de vida y supervivencia, pero que fuera de control pueden hacer daño a propios y ajenos.

“Es con el corazón como vemos correctamente; lo esencial es invisible a los ojos”

 

TOMO 86
15 de diciembre de 2008
Portada: Poncho Herrera
Entrevista: Carlos Ponce
Carta Editorial: Inteligencia Emocional