El poder de decretar

La directora de escena Mónica Miguel, con quien he trabajado por más de 20 años, se toma un tiempo todas las mañanas para hacer sus decretos. Ella dice que sin darnos cuenta, durante gran parte de nuestra vida repetimos una y otra vez frases como “es imposible”, “a mí se me olvida todo”, “nunca me gano nada”, “es muy difícil”, “estoy harta”. Tantas y tantas palabras que no se lleva el viento y que sí repercuten en nuestro día a día.

De acuerdo con recientes investigaciones, se ha demostrado que estas negaciones que hacemos como afirmaciones salen de lo más profundo de nuestro ser, porque es lo que creemos y nuestra mente las considera un hecho positivo, que, como tal, se cumple una y otra vez.

Decretar cosas positivas de forma repetitiva hace que logremos nuestros deseos, que hablemos y actuemos de manera distinta. Para cambiar estos pensamientos, repitamos durante el día cosas favorables y prepositivas como “todo es posible”, “yo puedo”, “los límites no existen para mí”, etcétera. Aunque nos cueste trabajo, hagámoslo, ya que la práctica hace al maestro.

Te invito a pensar muy bien antes de hablar, sobre todo cuando estés herido o enojado. Apliquemos lo bueno de las palabras y veamos cómo se van dando cambios favorables en nuestro acontecer.

Podríamos incluir y utilizar en nuestro vocabulario diario frases de aliento, pues son nuestros aliadas junto con el pensamiento, y con esas armas podemos cambiar el rumbo de la vida hacia la dirección que de verdad deseamos. Yo soy fuerza, salud, paz, prosperidad y felicidad.

Ser feliz no sólo es un placer, también es mi responsabilidad social. Es lo que yo puedo aportar para que el mundo se transforme. Es ser alegre, feliz y pacífica.

Soy un ser de luz muy poderoso. Decretar es enviar energía, OK!

 

TOMO No. 72
8 de Septiembre de 2008
Portada: Karen Martínez
Entrevista: No Hubo
Carta Editorial: El Poder de Decretar (Carmen Becerra, Juan Manuel Bernal, Angelique Boyer)