El chicle, más que una golosina

Refresca tu aliento, quita el estrés, entretiene el hambre y, en la escuela, seguramente te regañaron por mascarlo: es el chicle, esa golosina que todo el mundo trae en la boca sin ponerse a pensar que encierra una historia de miles de años.

El año pasado se encontró en Finlandia un chicle de cinco mil años de antigüedad y en civilizaciones como la griega y la egipcia, la gente ya mascaba una especie de resina extraída de distintos árboles.

El chicle que conocemos hoy tiene su origen en las regiones tropicales de México y Centroamérica, donde se da el árbol del que se obtiene: el chico zapote. Los mayas, que lo llamaban “sucre”, le daban dos usos: elaboración de velas y para mascarlo en sus rituales. Los aztecas también lo conocieron, lo pusieron “chictli”, y lo utilizaban para limpiar sus dientes. Los antiguos mexicanos consideraban de pésima educación masticarlo en público, así que lo hacían a solas.

No está comprobado si realmente pasó o no, pero cuenta la leyenda que fue el ex presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, quien, en 1860, lo dio a conocer en Estados Unidos, cuando al estar exiliado en Nueva York se encontró con el fotógrafo estadounidense Thomas Adams. En la plática surgió la idea de comercializar el chicle para la producción de llantas para bicicletas y juguetes, entre otros artículos. El experimento fracasó y a Adams se le ocurrió distribuirlo como un producto de higiene bucal. Así empezó la primera empresa de gomas de mascar en el mundo, Chiclets.

Esta golosina es inofensiva y, sin embargo, ha generado controversia. Por ejemplo, en Singapur está prohibido tanto mascarla como venderla, producirla o importarla, pues en ese país, los vándalos dañaban todos los espacios públicos con ella. Actualmente sólo se permite su consumo con fines terapéuticos.

El chicle es también un gran aliado. Desde la Primera Guerra Mundial, el ejército estadounidense empezó a dotar a sus oficiales con goma de mascar, ya que los ayudaba a concentrarse y a liberar el estrés. Actualmente se le sigue dando a sus tropas, sólo que ahora con cafeína, pues de esta manera los soldados se mantienen alerta por largos periodos sin experimentar cansancio.

El próximo chicle que masques, saboréalo, y también siéntete orgullosa porque es otro regalo de México para el mundo, OK!

El próximo chicle que masques, saboréalo, y también siéntete orgullosa porque es otro regalo de México para el mundo, OK!

 

TOMO No. 52
21 Abril 2008
Portada: Cristian Castro
Entrevista: No Hubo
Editorial: El Chicle, más que una golosina (María Sorté, Otto Sirgo, Annel)