Tolerancia: Camino a la armonía

Sin temor a equivocarme podría decir que la mayoría de la gente comienza  su rutina con algo en común: la prisa. Esa terrible necesidad de hacer las cosas con rapidez parece perseguirnos a todo lo largo del día. No sé si es un mal exclusivo de las personas que viven en la ciudad, pues hay quien asegura que en provincia el tiempo rinde más,  que las horas se perciben más largas y que la gente no carga con esa voz  interna que les repite: “¡apúrate!”.

Para mi gusto, uno de los valores que se ha llevado consigo la  modernidad  es la tolerancia. El estrés y las presiones en muchas ocasiones  vencen nuestra capacidad de esperar o entender a los demás, haciéndonos pensar únicamente en cubrir únicamente nuestras propias necesidades lo antes posible.

El tráfico, la competencia y demanda de resultados en el trabajo, los problemas familiares, todo afecta nuestro estado de ánimo haciéndonos sentir que el tiempo vuela y nos ahoga. Justamente es por eso que debamos intentar recuperar el valor de la tolerancia. En la escuela, el trabajo, con la pareja, los hijos, prácticamente en todos los medios y con todas las personas que interactuamos requerimos de ella para convivir en armonía, pero principalmente con la familia, que es quien más paga nuestra falta de empatía.

Hablar de tolerancia es hablar de la capacidad de ponernos en los zapatos del otro y entender su punto de vista, sus condiciones de vida y por ello, respetar lo que piensa y cómo vive. La clave para ser tolerante está justamente en el respeto.

Los intolerantes imponen su voluntad a toda costa sin considerar a los demás, por ello no es de extrañar que esta forma de ser cause conflictos y enfrentamientos. Si autoritariamente desconocemos la verdad que existe en la opinión de los demás, tendremos siempre una visión incompleta de la realidad.

En lo personal,  tengo un ejemplo muy cercano de alguien que sabe ser tolerante y se distingue por ello: la actriz y directora de escena, Mónica Miguel. Una querida amiga a quien jamás he visto perder los estribos a pesar de la presión; ella busca y proyecta estar en armonía y siempre trata de defender su punto con tranquilidad.  Porque tolerar no quiere decir  que renuncies al derecho de defender  tu opinión, simplemente que entiendes la de los demás, que aprendes a escuchar y sabes ceder.

Pienso que nos ahorraríamos muchos conflictos si desde hoy comenzáramos a ser más  tolerantes. Analicemos cuántos problemas podemos evitar si dejamos de ser intransigentes, si desarrollamos la capacidad de dialogar y buscar puntos de acuerdo.

El espíritu se engrandece cuando no nos pesa dar la razón a alguien más, OK!

 

TOMO 20
3 julio 2007
Portada: Eiza González
Entrevista: Chantal Andere
Editorial: Armonía (Nora Salinas, Jacqueline Andere, Gabriela Platas)