El hombre, muy molesto le preguntó por qué no le había dado las gracias por haberle permitido esconderse en su hogar. Entonces el zorro respondió: “te hubiera agradecido el gesto si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo”.
Este cuento me puso a pensar en el verdadero significado de la lealtad. Según su definición quiere decir “lo que es conforme a la ley”, es decir, la cualidad de cumplir acuerdos establecidos o implícitos, ya sea con nosotros mismos o con quienes nos rodean.
Las personas leales son eso, seres “de ley”, fieles al compromiso de cumplir lo acordado, sin importar las circunstancias por las que atraviesan.
Comúnmente esperamos que sean leales nuestros amigos, la pareja, nuestros jefes, etcétera. Y es obvio, a nadie nos gusta que nos traicionen, pero, ¿y nosotros?, ¿somos leales?
Según las circunstancias, a veces no nos resulta tan sencillo serlo, pues implica entregarnos al cien por ciento, renunciando a nuestros propios intereses y siendo el respeto a nosotros mismos lo único que nos mantiene fieles.
Todos podemos ser o llegar a tener un amigo superficial, o ir a trabajar y cumplir un horario sin ir más allá, pero cuando somos leales, la amistad, el amor o cualquier otro tipo de relación se hace más profunda pues nos entregamos totalmente, no por obligación, sino por la convicción de que así debe ser.
Atrevámonos a ser fieles a nuestros sueños, objetivos, ideales y creencias, OK!
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