La caja de chocolates

Este mes mi papá cumple 94 años. Le dedico este texto con mucho cariño, pues con su actitud y sabiduría me ha enseñado a valorar la vida como el regalo más sagrado que hay.

Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora. Me siento como aquella joven que ganó una caja de chocolates; se comió los primeros con indiferencia, pero cuando se dio cuenta de que quedaban pocos, comenzó a consumirlos lentamente y a disfrutarlos más.

Sin muchos bombones en la caja, quiero vivir al lado de gente humana, muy humana; que sepa reír de sus errores, que no se envanezca con sus triunfos, que no se considere electa antes de tiempo, que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad de los marginados y que desee tan sola andar al lado de Dios.

Caminar junto a cosas y personas de verdad. Disfrutar de un afecto absolutamente sin fraudes, nunca será una pérdida de tiempo. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas, a quien los golpes duros de la vida le enseño a crecer con toques suaves en el alma. Tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de los chocolates que me quedan…porque estoy segura de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.

Aprovechemos nuestro tiempo mágico porque el tren de la vida sigue avanzando.

 

TOMO No. 164
11 Junio de 2010
Portada: Paulina Rubio
Entrevista: No Hubo
Editorial: La Caja de Chocolates